
PERFECCIONISMO, ¿SÍ O NO?
PERFECCIONISMO, ¿SÍ ONO?
“La perfección es enemiga de lo bueno”. “Mejor hecho que perfecto”. “No hay que conformarse con lo bueno, hay que buscar la perfección”. “No le temas a la perfección, nunca la alcanzarás”. “La perfección es una pulida colección de errores”. “Lo contrario al perfeccionismo es la mediocridad”. Todas estas frasescirculan en torno al tema del perfeccionismo, el cual intentaremos pensar durante esta columna si es algo bueno o malo en el mundo del deporte. Como verán, las frases apuntan en distintas direcciones, algunascontra el perfeccionismo y otras a favor. Ese será el dilema sobre el cual reflexionaremos.
¿Sirve o no sirve el perfeccionismo?
En psicología, el perfeccionismo no suele ser visto como una característica positiva, sino que es muchasveces interpretado como un signo de ambición de control, como un modo de enmascarar el miedo y lasincertidumbres. La persona con rasgos perfeccionistas se exige mucho a sí mismo, pero también la exigemucho a los demás. Esta hiper exigencia suele traer muchos problemas. “Perfeccionista” alude a un modo de ser en donde la persona se caracteriza por realizar grandes esfuerzos para resultar impecable, como así también por establecer estándares de rendimiento muy altos. Se actúa buscando siempre la perfección, persiguiendo el ideal.

Es raro encontrar a un deportista de elite, con estándares de rendimiento elevados, que no posea rasgos perfeccionistas ensu personalidad. No olvidemos que en el deporte competitivo uno de los aspectos que priman es prevalecer sobre otro en la búsqueda de un objetivo. Ese otro puede ser un equipo, un individuo, una marca personal o un aspecto personal. Puedo competir contra otros equipos por la obtención de un premio, puedo competir contra un compañero por la obtención de un lugar en el equipo, puedo competir contra mi propia marca individual. Dejamos al margen hoy los mecanismos mediante los cuales podemos conseguir esos objetivos y los distintos tipos de competencia porque no es el tema que nos convoca, pero lo importante para trabajar nuestro tema es saber que competimos, y al competir, buscamos obtener algo.
Entonces, buscar hacer las cosas de la mejor manera posible para lograr el mejor resultado posible parece bastante lógico, ¿cierto? El perfeccionista va a buscar todo el tiempo hacer las cosas mejor, por lo tanto, va a ser un gran identificador de fallas o posibles fallas. Esto puede volverse realmente insoportable, porque implica vivir en un estado de alerta continuo. Fisiológicamente esto promueve una alta producción de cortisol, que tiene su correlato en distintas somatizaciones como, por ejemplo, tensión muscular, problemas digestivos, dolores de cabeza, dificultades para descansar bien, problemas de ansiedad. Y claro, el cuerpo capta la señal de que siempre tiene que estar alerta, no puede permitirse descansar, y todos esos síntomas se explican por ello.
¿Pareciera ser entonces que el perfeccionismo no es bueno? Uno de los grandes temas es cómo nace eserasgo. Voy a hacer un paréntesis y me voy a valer de una anécdota para abordar este punto: hace un par de años, en el Congreso Argentino de Psicología del Deporte organizado por APDA (Asociación de Psicología del Deporte Argentina) asistieron a un panel de discusión algunas de las “Leonas Vintage”, tal como ellas se presentaron. Dirigía el panel Nelly Giscafré, referente de la Psicología del Deporte en nuestro país y psicóloga de ese equipo fundacional. Se hablaba y reflexionaba en el panel acerca del alto rendimiento, y Mercedes Margalot dio una definición espectacular y certera: “(…) el alto rendimiento es eso, es reducir el margen de error.”
Cierro el paréntesis y valiéndome de la anécdota y de la definición de Mechi vamos a desarrollar el punto. “Reducir el margen de error” implica aceptar que hay un margen de error, siempre. “Reducir” es un verbo, es decir que implicaponerse en acción. Trabajar para reducir ese margen de error es perfeccionarse cada vez más, ponerse en marcha. En un principio, como deportistas, podemos abordar aspectos básicos de nuestro juego, de nuestra mentalidad, de nuestro físico. A medida que vamos obteniendo mejoras y asentando aprendizajes, iremos buscando mejoras más “finitas”, más específicas. Atenderemos a detalles cada vez más pequeños, lo cual no implica que sean menos significativos. Trabajaremos bajo esa lógica, la de detectar aspectos a mejorar, errores a corregir, nuevas herramientas a incorporar, pero siempre siendo conscientes de que el margen de error y la posibilidad del mismo, existen, y siempre poniendo en valor lo logrado. Eso nos da aire, nos da lugar a que aparezca el error o fallemos en el proceso. Es parte de. De este modo es que hablamos de un perfeccionismo adaptativo, un perfeccionismo que busca la mejora constante, que persigue altos estándares de rendimiento, sí, pero bancando la posibilidad de que no salga. Perfeccionismo como fuente de mejora, como impulso que proporciona una mayor capacidad de realización.
Si, en cambio, el perfeccionismo es motorizado por la no aceptación del error, por la imposibilidad de fallar, esto generará una gran tensión. Sólo me sentiré bien cuando todo salió tal cual lo planifiqué, y más que alegría o disfrute, sentiré alivio. No sólo eso, sino que este tipo de perfeccionismo genera mucha rigidez cognitiva: “o es así, o no es”. Este tipo de pensamientos promueve una muy baja flexibilidad, y estas personas terminan teniendo grandes dificultades para trabajar en equipo, ya que les cuesta confiar en modos distintos de hacer las cosas. Trabajar en equipo significa convivir con la idea de la posibilidad de fallar. Mejor hacer todo yo, piensan. Asimismo, este perfeccionismo desadaptativo promueve una muy baja o nula capacidad de aceptar críticas, las cuales se viven como un atentado en su contra. El estado de alerta continuo dirige todo el tiempo la atención hacia los posibles fallos, y si se cometen, resultan difíciles de aceptar. Cuando los errores ocurren, no se perdonan fácilmente, y eso se traduce en un incremento de angustia. Todo esto aleja del disfrute, ¿cierto? También todo esto afecta al rendimiento deportivo.
Roger Federer realizó un discurso magistral en una universidad donde se graduaba la hija de uno de sus mejores amigos y representante. Se los recomiendo de punta a punta, lo pueden buscar fácilmente en internet. En él, da una serie de consejos o “lecciones de tenis” que aplican a la vida. Una de esas lecciones reza que hay que tomar riesgos para amplificar opciones. Roger cuenta que su autoconfianza se disparó en su carrera cuando comenzó a jugar contra los mejores jugadores del mundo apuntando directamente a sus fortalezas, sin evitarlas. Si el rival jugaba bien de fondo de cancha, él lo dejaría jugar de fondo de cancha. Si, en cambio, era bueno en la red, lo dejaría venirse a la red. Intentó jugarlea la derecha a los mejores golpeadores de derecha. ¿Por qué lo hizo? Para mejorar su juego y ampliar sus fortalezas. Ustedes podrán objetar que para eso hay que tener mucho talento; y sí, es así, pero sólo con el talento no alcanza, por eso habló de “amplificar sus fortalezas” y no quedarse en lo conocido: “abrazar el proceso y amar el proceso es un talento; la confianza en uno mismo es un talento y debe ganarse; la pacienciaes un talento y la disciplina es un talento”, dice Federer.
¿Qué no es enseña Roger? Que la flexibilidad es necesaria, hay que buscar la mejora continua, ampliar opciones, y esa es una de las características deseadas del perfeccionismo.
Dijimos anteriormente que es muy raro encontrar a un deportista que sea competitivo y no posea rasgos perfeccionistas. Ser consciente de ello es muy importante para saber los riesgos que trae asociado, como así también su potencialidad. A ningún deportista le gusta fallar, mucho menos perder, pero tanto uno como el otro forman parte del deporte y debemos relacionarnos bien con ellos. Me gusta decir que el perfeccionismo es bueno siempre que se practique con la conciencia absoluta de que la perfección no existe. Es decir, que sirva como medio y no como fin. De ese modo, estaremos lidiando mejor con las imperfecciones del mundo, de los otros y de mí mismo.
Martín Laschiaza
Psicólogo especializado en Deportes – MP 1546